Mujeres valientes, mujeres decididas 1ª parte
Caterina Albert i Paradís (Víctor Català, 1869 – 1966)
Caterina Albert i Paradís es un referente de la literatura modernista catalana que publicaba con el seudónimo Víctor Català. Comenzó a firmar las obras como hombre después de ganar los Juegos Florales de Olot de 1898. Cuando se supo que la pieza ganadora, “La infanticida” , la había escrito una mujer, hubo un gran revuelo y la censuraron . Fue una autora innovadora, en gran parte por los temas que trataba: la discriminación de la mujer, el deseo femenino, la crítica del matrimonio ..., y ya tuvo éxito y reconocimiento en su época. “Solitud” se considera su gran obra, traducida a varias lenguas y adaptada al cine. Aunque se sabía que Víctor Català en realidad era una mujer, la escritora decidió seguir utilizando el seudónimo para separar la vida privada de la profesional, convirtiéndose en un icono para muchas mujeres del siglo XIX.
Dorothy Lucille Tipton (Billy Tipton, 1.914-1989)
Nacida en Oklahoma en 1914, su deseo desde pequeña era ser música de jazz, por lo que con 19 años lo abandonó todo y se convirtió en Billy Tipton. Lo que quería era ser reconocida en su época, como musica de jazz donde sólo triunfaban los hombres. Consiguió ser un artista de renombre, y trabajó con muchos músicos famosos a lo largo de su vida, incluso formó su propia banda de jazz con otros dos artistas. Tocó hasta que la artritis la hizo retirarse de los escenarios. Hasta el momento de su muerte no se conoció su verdadero sexo, utilizaba vendajes para ocultar los pechos.
Su mujer y sus tres hijos adoptivos no descubrieron nunca este secreto. El motivo por el que se desconocía su género, se debía a que les explicó que de joven había tenido un accidente de coche que le dejó varias costillas rotas, le deformó los genitales, por lo que no quería mantener relaciones sexuales o que la vieran desnuda.
Concepción Arenal (1820 - 1893)
Fue una niña huérfana desde los nueve años, cuando su padre, un militar vilipendiado por su ideología liberal, murió después de caer enfermo varias veces en prisión. Fue autodidacta y con 21 años tuvo que disfrazarse de hombre para poder ingresar como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid: se cortó el pelo, se puso levita, capa y sombrero de copa . Sin embargo, el engaño del travestismo no duró mucho, porque el rector de la universidad la descubrió y retó a cursar un examen. Una prueba que superó con una nota tan brillante que los responsables de la universidad no tuvieron más remedio que dejarla asistir a las clases, pero con muchas limitaciones: tutelada y apartada, tenía prohibido hablar con los demás alumnos y nunca pudo matricularse ni recibió ningún título.
El mensaje le quedó claro: para existir socialmente había que ser hombre. Por eso siguió disfrazándose de caballero para acudir a tertulias políticas y literarias.