Moda y Cine 1ªparte

02/03/2022

MODA Y CINE

Desde el comienzo de su historia, las grandes empresas cinematográficas interpretaron con acierto la importancia del vestuario de las estrellas del celuloide.
La referencia al valor que el cine daba al vestir la encontramos en el primer Oscar otorgado al mejor diseño de vestuario, que se entregó en 1948 a Hamlet, en la categoría de blanco y negro y a Juana de Arco en la categoría de color. Tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), aumenta aún más la influencia de la gran pantalla en los gustos y tendencias de la sociedad.

Cuando el cine se convierte en un espectáculo de masas en los años 40 y 50, los actores y actrices aún adquieren mayor relieve en la gran influencia que el cine tiene en la sociedad en lo que a gustos y modas se refiere.
El cine traspasa la pantalla, nos envuelve de su magia y de su estética, haciéndonos sentir como los protagonistas en nuestra propia película vital.

1938. KATHERINE HEPBURN. Nunca antes se había visto a una mujer con pantalón en la pantalla.
Las ventas se quintuplicaron. Katherine Hepburn allá por los años 30 y 40, llevaba los pantalones y sabía cómo hacerlo. Le gustaban sobre todo beiges, marrones y caqui. En 1999 el American Film Institute la eligió la actriz más importante de la historia.

1940. JOAN FONTAINE. “Rebeca” es el nombre de una prenda de vestir femenina (chaqueta de punto), llamada inicialmente “cárdigan”. Sin cuello, abrochada por delante y cuyo primer botón está por lo general a la altura de la garganta. El éxito de esta prenda lo obtuvo gracias a la película dirigida por Alfred Hictchock, basada en una novela de Daphne du Maurier. El tipo de chaqueta que luce la actriz principal Joan Fontaine a lo largo de toda la película popularizó su nuevo nombre, resultando anecdótico que ésta denominación corresponda al nombre de la anterior mujer ya fallecida y no al de la nueva esposa protagonista de la película.

1961. AUDREY HEPBURN. La actriz luce este vestido, sencillo y de elegante diseño, del gran diseñador Givenchy. Se convirtió en uno de los modelos más imitados a lo largo de la historia de la moda. Fue subastado en Christie´s en 2006 por aproximadamente 700.500 euros. Desde la primera escena de la película, cuando Holly recorre un Nueva York totalmente desierto hasta llegar frente al escaparate de Tiffany’s con sus perlas y gafas de sol, comiéndose un croissant, este sencillo y elegante diseño se volvió un icono de estilo. Ha sido considerado el mejor vestido en la historia del cine tanto por expertos y admiradores.